El hijo de un vendedor de fertilizantes, malo para la escuela y bebedor de sake, Yasujirô Ozu es hoy sinónimo de éxito en el cine japonés, que según él mismo dijo en varias ocasiones despreciaba. El realizador, que solía firmar en algunas ocasiones bajo el seudónimo James Maki, es conocido en occidente por las cintas Cuentos de Tokio, Días De Juventud y El Comienzo Del Verano, y hoy en Filmatronik haremos un repaso por su vida.
Nacido el 12 de diciembre de 1903 en Tokio, Yasujirô Ozu decidió abandonar los estudios a los 19 años para concentrarse en la que consideraba su pasión, el cine, esto en parte por reprobar el examen de admisión a una prestigiosa universidad en donde habría estudiado negocios, bajo la influencia de su padre.

Su primer trabajo en el cine llegaría en 1923 cuando consiguió el puesto de asistente de cámara bajo las órdenes de Tadamoto Okuba en la compañía productora Shochiku, en donde eventualmente se convertiría en director de varios filmes, haciendo hasta siete películas por año.
Según sabemos sería hasta que viera la producción de Thomas H. Ince, Civilización, que consideraría ponerse al frente de una cinta, aunque tendría que esperar hasta 1927 para poder hacerla. Se trataría de La Espada De La Penitencia, completamente muda, pero en la que se nota la influencia que el cine de Hollywood tenía sobre él.
Yasujirô Ozu siguió adquiriendo experiencia en el tema cinematográfico, pero al mismo tiempo comenzó a experimentar con los movimientos de cámara. Él fue el primer director que tomó la decisión de bajar la visión del rodaje al suelo, algo que hasta ese momento a nadie se le había ocurrido. Los estudiosos de estos movimientos consideran que tomó la inspiración en las personas sentadas en los «tatami japoneses», que son una especie de tapetes y que le permitían contar las historias desde una diferente perspectiva.

Sin lugar a duda su obra maestra, que contiene este movimiento de cámara al suelo, es Cuentos de Tokio, en donde narra la historia de una pareja de ancianos que decide visitar a sus hijos en la ciudad y que únicamente reciben de ellos malos tratos, excepto de la viuda de uno de sus retoños. La crítica la considera una de las 10 mejores películas de todos los tiempos, no sólo por la excelente técnica del rodaje, sino también porque la historia sigue a una familia que podría ser la de cualquiera y que no sataniza a ninguno de los integrantes.
Luego de una larga batalla contra el cáncer, irónicamente muere el 12 de diciembre de 1963, día de su cumpleaños 60. Sus cenizas se encuentran en el cementerio Kamakura, en donde hay un sólo kanji o sinograma japonés, que representa el signo MU, cuya traducción es LA NADA.