martes, mayo 30, 2023

FIRST CLASS: John Ford, el director de westerns que en realidad los odiaba

Con 140 películas en su filmografía se puede decir que John Ford fue uno de los más grandes realizadores de la historia del cine, y a pesar de ello una vez dijo que cualquiera podía ser un director, casi como el Chef Gusteau en Ratatouille, para él conocer los elementos de una producción te daban las herramientas para poder hacer tu propia película.

«Cualquiera puede ser director de cine, una vez que se conocen los fundamentos. Dirigir no es un misterio, no es un arte. Lo principal de dirigir es: fotografiar los ojos de las personas».

Nacido como John Martin Feeney el 1 de febrero de 1894, este gran realizador comenzó su carrera como actor cuando llegó a California persiguiendo el gran sueño americano que se vivía en esa área del país. Tan pronto puso un pie en una locación, Ford entendió que su camino estaba detrás de cámaras y llevó su talento, no deseado, a grandes cintas que hasta el día de hoy se estudian en las grandes escuelas de cinematografía.

"Cualquiera puede ser director de cine, una vez que se conocen los fundamentos. Dirigir no es un misterio", - John Ford.
«Cualquiera puede ser director de cine, una vez que se conocen los fundamentos. Dirigir no es un misterio», – John Ford.

Director de Fort Apache, Centauros del desierto o El hombre que mató a Liberty Valance, Las uvas de la ira y ¡Qué verde era mi valle!, Ford es reconocido principalmente por la mancuerna que hizo con el actor de westerns John Wayne y el poco «cariño» que le expresaba al cine, como él mismo lo dijera en una entrevista que le hicieron en 1968.

«(El cine no me interesaba de niño) No mucho. De hecho, sigue sin interesarme. Sólo es una manera de ganarme la vida. No lo sé, de vez en cuando iba al cine (de pequeño), pero no pensaba en convertirme en un aficionado ni nada por el estilo».

John Ford se convirtió en un célebre maestro de los westerns más por los momentos que vivió en su juventud que por lo aprendido en una escuela, de hecho nunca se graduó y prefirió trabajar en el campo durante un tiempo antes de llegar a la Meca del Cine.

John Ford fue padrino de todos los hijos de John Wayne.
John Ford fue padrino de todos los hijos de John Wayne.

«Cuando salí de la escuela, fui a la universidad pero no me gustó. Vi las asignaturas que había y todas eran cosas que yo ya había hecho, en lo que nosotros llamamos preparatorias, y pensé ‘¿por qué perder el tiempo aprendiendo todo esto?’, y ademas no me gustaba la vida universitaria así que lo dejé y me vine al oeste y trabajé de pastor de vacas durante un tiempo, de vaquero en Arizona y terminé en Hollywood».

Aunque las películas del oeste parecen ser su sello personal, la realidad fue que Ford las hizo por el cariño que sentía por la gente con la que trabajaba en ellas y no tanto por el material final, de hecho, uno de sus mayores placeres era rodar en espacios abiertos ya que le molestaba mucho estar en la ciudad.

«Me gusta la gente que conozco y con la que trabajo, y eso es lo único que me interesa de los westerns. Como material para las tramas no es algo que me fascine particularmente. No es en absoluto mi género preferido».

"(El cine no me interesaba de niño) No mucho. De hecho, sigue sin interesarme", -John Ford.
«(El cine no me interesaba de niño) No mucho. De hecho, sigue sin interesarme», -John Ford.

Y así de casual, como lo era para él hacer estos grandes rodajes en el oeste, nació la relación director-actor con John Wayne, quien comenzó su carrera como ayudante de utilería en una de las primeras películas de Ford, La Diligencia, que le costó una eternidad realizar ante el hecho de que ninguna distribuidora la quería.

«Walter Wagner me dijo ‘¿tienes un western? Pues vamos a hacerlo’. Me preguntó a quién quería de protagonista y le dije ‘tengo un chico acá que acaba de salir de la universidad, ha hecho cosas para mí y es bueno, me gustaría hacerle una prueba'», y lo demás, como dicen, es historia, una historia que se convertiría en décadas de amistad, filmes y hasta compadrazgo, ya que Ford era padrino de todos los hijos de Wayne.

En medio del éxito que le valía ese Hollywood que despreciaba llegó la Segunda Guerra Mundial, y con ella un nombramiento de Comandante en la Naval, como encargado del área de fotografía de la Oficina de Servicios Estratégicos, labor que le generó dos premios Oscar, uno por La Batalla de Midway, una película que creó con escenas reales de los acontecimientos históricos en 1942 y otra por el documental Diciembre 7, ambos aclamados por la crítica, aunque para él sólo eran trabajo.

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«Me pagaron por hacerlos, no hay nada de extraordinario en ellos», le reveló a un reportero de la BBC. «Yo estaba en una torre para informar a los oficiales, que estaban a diez metros bajo tierra, de la posición exacta de los aviones japoneses, de la cantidad que había y todo eso. Mientras tanto, tenía una pequeña cámara de 16 mm, un chico que me ayudaba (…) me dedicaba a informar, no hice nada extraordinario. Me pagaban por ello, para eso estaba en la armada».

Al regresar de la guerra siguieron los éxitos, los premios y las colaboraciones con John Wayne, entre las que destacan The Quiet Man, sobre un hombre que después de pasar 12 años en Estados Unidos decide regresar a su natal Irlanda, aunque las cosas no le van a resultar nada fáciles.

Luego de seis nominaciones por esta producción le siguieron Mister Roberts, The Searchers, The Man Who Shot Liberty Valance (la última gran cinta al lado de Wayne), Donovan’s Reef, Young Cassidy y Seven Women, la última cinta que el cáncer le permitiría hacer, ya que poco tiempo después fue recluido a una silla de ruedas.

El 31 de agosto de 1973, después de varios años de luchar contra esta dura enfermedad, John Ford falleció en su hogar de Palm Desert en California. Sus restos mortales fueron velados en la Iglesia del Sagrado Sacramento de Hollywood y hoy habitan el Cementerio Holy Cross.

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