Luego de vivir más de 10 años en la Ciudad de México, Nacho Tahhan ha recorrido varios proyectos teatrales, desde Historias De Fantasmas, hasta Conejo Blanco, Conejo Rojo, pasando por Siete Veces Adiós, uno de los musicales más exitosos de los últimos tiempos.
En esta temporada, está triunfando en Cabaret y en Anecdotario Buenos Aires, dos historias poderosísimas, que no sólo nos entretienen, también nos invitan a la reflexión de lo que estamos viviendo hoy, de ver a personas migrar de un país a otro, y de ver a políticos fascistas tomar cargos públicos.
En esta charla, me doy cuenta de lo importante que es conocer tus orígenes, y de lo increíblemente afortunados que somos muchos de saber quienes fueron nuestros abuelos, qué sacamos de nuestros padres, pero sobre todo, tener en cada rincón de nuestra ciudad una historia de nuestra infancia o la adolescencia.
Filmatronik: Cabaret es una obra de teatro que creo que todo el mundo está yendo a ver, es muy vistosa, es muy elegante. Empecemos ahí, cuéntanos cómo es formar parte de esta historia.
Nacho Tahhan: La verdad que muy honrado, muy contento. Siempre, la posibilidad de experimentar nuevos géneros, nuevas formas, siempre se agradece y ser bien recibido, más que nada, siempre es lindo.
F: Llevas varias funciones haciendo a Cliff y a Ludwing, ¿qué son para ti estos personajes?
NT: Ernst Ludwig es un alemán el que de alguna manera se enfrenta al personaje de Cliff en un tren, es el que le brinda un poco el carácter y el ritmo de lo que va a suceder de ahí en adelante. Clifford Bracho, por otro lado, es el protagonista de la historia junto con Sally Bowles, que, a diferencia de otras lecturas de Cabaret, en la que hicimos esta vez le dan una relevancia a Clifford que no se le había dado antes. En otras, generalmente, suele ser un personaje un poco más rosa, un personaje un poco más al servicio de lo que sucede y menos importante en términos de la historia, en esta no, aquí tiene ese elemento que le da más peso.
F: Cabaret se ha hecho en Broadway, en el West End, lleva muchísimos años, pero está más vigente que nunca, ¿no te parece?
NT: Claro, pregúntate cuáles son las características que se vivían en 1929 en la República de Weimar, ¿qué estaba pasando ahí? Estaba el nazismo en ciernes, pero ¿por qué?, era la precarización de la vida, la baja en la condiciones laborales, la incapacidad de la gente de poder resistir a las afrentas que se vivían no sólo por parte del Estado, estaban en una situación bastante precaria, condición muy similar a lo que se vive hoy. Mi sensación es que Cabaret puede producir una resonancia directa con lo que está sucediendo, porque de alguna manera también hay un fascismo en ciernes en todos lados del mundo. Me parece que ahí es donde establece de forma directa la resonancia y que Cabaret tiene algo que enseñarnos al respecto. Si uno se duerme en el baile, si uno se queda cantando Cabaret, Cabaret, Cabaret, muy probablemente o te desaparezca el régimen o tengas que huir despavorido para que no lo haga.

F: También nos habla de la importancia de la cultura, del teatro en sí.
NT: La cultura siempre va a ser un espejo de lo que acontece en la actualidad, siempre, siempre, siempre. En ese sentido yo abono en la dirección de lo que vos dices. Me parece que al mismo tiempo también la cultura debe hacerse cargo a veces, de optar por plataformas que brinden más pensamiento que entretenimiento. Creo que hay muchas personas que están detrás de esa misión, detrás de esa búsqueda de que no sólo despierten, sino también se pregunten qué hacemos con esto, porque aquí hay un vacío, aquí hay algo que no vemos que está pasando.
F: Cuéntanos un poco de la otra obra en la que participas, Anecdotario Buenos Aires, ¿qué personaje haces?
Es una obra que narra un poco la historia de Bernardo, hijo de inmigrantes argentinos. En México es un argentmex. Circunstancialmente vive en Argentina, pero parte de su familia que no conoce, su padre, su hermano, viven en México. Ellos han sido desplazados de Argentina debido a la dictadura militar. Son exiliados políticos. En las últimas dictaduras militares siempre hubo persecución de intelectuales, artistas, y su familia se dedicaba a eso. Una vez que sucede esta migración forzada a la que se ven sometidos ellos, él queda en Argentina con sus abuelos, y ahí comienza un viaje de nunca acabar. Todos los que somos migrantes de alguna manera entendemos que cuando uno migra deja vida deja su historia y cuando es forzado peor, pero cuando se termina la dictadura militar, e intentan regresar se dan cuenta que hay ahí un pedazo de pertenencia que ya no existe, ya no soy de Argentina y en México te das cuenta que no eres ni de aquí ni de allá. Esa sensación necesita un momento, para poder bajar ese pedazo de historia, y es eso lo que Bernardo no tiene. En la obra somos varios Bernardos, mi personaje es uno de estos que va a terminar de empujar la memoria de otro de estos Bernardos, para intentar recomponer la memoria perdida, esa porción de vida de la que no se tiene registro y que es constitutivo porque es tu familia. Entonces, si uno no sabe dónde viene, tampoco sabe a dónde va.
F: Siempre se dice, el que no conoce su historia tiende a repetirle. Creo que si no conoces tu pasado, si no conoces tu cultura, si no conoces tu identidad propia como ser humano de una nación, digamos, también puedes repetir patrones de conducta no necesariamente saludables.
NT: Exacto, bueno, por eso la puja también por la identidad. Muchas de las reivindicaciones en los últimos 40 años de Argentina están muy vinculadas al universo de la identidad. La recuperación de la identidad, también por los hijos de abuelas de Plaza de Mayo que fueron los secuestrados, asesinados, asesinaron a un montón de gente y esos niños se quedaron sin familia. A su vez fueron adoptados. Buscando su identidad, pueden recuperar también algo de su historia. Para mí eso es fundamental, y hay algo de eso también en la obra, la necesidad de reincorporarse, de recaptar esa identidad perdida.
F: Acabo de ver la película esta con Anthony Hopkins, donde interpreta a un Nicholas Winton, que rescató a centenares de niños durante la Segunda Guerra Mundial, y uno piensa, “bueno, ya los trajeron, ya está, ya están bien, ya están libres, ya están protegidos”, pero no nos damos cuenta de lo que no tienen, de lo que perdieron.
NT: Sí, absolutamente. Yo no vi la película, pero sé de Nicolas, que rescató como a 600 niños de los Nazis y los iba trayendo los iba sacando, por supuesto después hay que recuperar la memoria. Salvando las distancias y las diferencias yo he empezado un poco a reconocer lo que es ser de algún lugar, después de 10 años en México. Yo migré la primera vez de Santiago del Estero, mi provincia, a la ciudad de Buenos Aires, eso fue muy fuerte para mí, porque lo hice de muy chico y solo. Después venirme a México es una segunda migración y uno siempre anda con el lastre que después necesita recuperar, uno necesita volver a tomar lo que es propio. El problema es cuando eso ya no existe, cuando se han erradicado esos trazos que te permitían de alguna manera recuperar tu identidad. Cuando eso ya no existe hay que crearlo, hay que ver si es posible o si se vive con ese hueco de por vida.
F: ¿Qué va a encontrar una persona que nunca ha migrado en la obra?
Fundamentalmente, la idea de habitar la vida de alguien más. El teatro siempre permite producir un pequeño desplazamiento de la vida personal, eso puede ser usado para puro entretenimiento o puede ser usado para poder permitirte establecer resonancias con cosas que por ahí no te tocan, que no te pasaron, y la obra te va a permitir conocer un poquito más de cerca cómo vive su propia historia alguien que carece de ella, que tiene una historia pero está partida la mitad, eso me parece que es fundamental.